Historia del Jabón

HISTORIA DEL JABÓN

El jabón es un producto muy antiguo, tanto como la necesidad del hombre por asearse. Los jabones no sólo tenían fines higiénicos, sino que también se concebían como ungüentos dedicados a paliar dolores o relajar el cuerpo. Es cierto, que lo que hoy consideramos como jabón, dista bastante del jabón que se empleó en la antigüedad o en épocas más recientes como la Edad Media o Moderna. El objetivo del producto era el mismo: eliminar la suciedad de los tejidos y la piel; sin embargo, su composición ha variado.
Los jabones naturales artesanos están compuestos de grasas  y aceites  vegetales teniendo como base principal el aceite de Oliva Virgen, mezclados con una sustancia alcalina como por ejemplo la sosa.
 Sin embargo, los jabones y detergentes industriales actuales contienen sustancias químicas sintéticas cuyo objetivo es producir gran cantidad de espuma, ya que en la actualidad parece relacionarse espuma con limpieza, una creencia que es errónea.
El origen del nombre “jabón” es muy posterior al origen del producto en sí. La tradición mitológica romana relaciona el origen del nombre con el monte Sapo, situado cerca del río Tíber en Roma. El relato cuenta que fue en la ladera de este monte donde se produjo la reacción química de saponificación, es decir, se unió el agua procedente de las lluvias, con las cenizas y las grasas procedentes de sacrificios rituales de animales, dando origen al jabón.

Existe otra costumbre que afirma que el origen del nombre procede de la ciudad de Savona, situada cerca de Génova en Italia, donde se elaboró el primer jabón sólido. Destaca el parecido etimológico entre el nombre de la ciudad y la denominación francesa de jabón “savon” e italiana “sapone”

No se puede fijar con seguridad cual fue el origen del jabón, sin embargo, sí que pueden rastrearse sus orígenes.
 La primera fuente testimonial que hace referencia a un producto similar al jabón data del III Milenio antes de nuestra Era, en la antigua Mesopotamia, tierra que fue origen de las grandes civilizaciones de la humanidad. Concretamente en la región de Sumer aparecieron unas tablillas de arcilla que mencionan la mezcla consistente en hervir aceites con álcalis, potasio, soda, resinas y sal.  Esta mezcla era empleada principalmente para tratar las fibras textiles como la lana y la piel
También del Antiguo Egipto proceden testimonios referidos a sustancias jabonosas o detergentes; para realizarlos, ellos empleaban  la tierra de batán, el natrón y los altramuces machacados. Sí que aparecen menciones a mezclas que efectuaban con aceites y grasas pero el objetivo de estos ungüentos era más bien medicinal. Del mismo modo en Fenicia en el siglo VII a. C. se testimonia el uso del jabón, sobre todo para limpiar los tejidos de algodón y lana.


Al igual que el resto de sociedades antiguas, la civilización clásica también empleó el jabón. Así lo permite atestiguar el descubrimiento de unos restos arqueológicos hallados en la ciudad romana de Pompeya y que han sido interpretados como una fábrica de jabón, datan del II milenio a. C.  El testimonio de Plinio el Viejo, autor del siglo I d. C. da fe del empleo del jabón al hablar en uno de sus textos sobre los diferentes tipos de jabones que las mujeres empleaban para tratar sus cabellos. Este autor afirmó que fueron los galos quienes en el siglo IV a. C. inventaron el jabón. Consistía en un fluido espumoso obtenido hirviendo aceites con el agua procedente del lavado de cenizas.  Otro autor clásico que nombra el jabón en sus textos es Galeno, del siglo II d. C. Éste autor lo identifica como un producto empleado para el lavado de las prendas y la higiene personal. A pesar de estas menciones, los griegos y romanos más que jabón, solían emplear aceite de oliva para su aseo personal. Ellos embadurnaban su cuerpo con aceite de oliva y arena y después procedían a retirar la mezcla junto con la suciedad mediante un raspador denominado “strigil”.

Con la caía del Imperio Romano y las invasiones bárbaras el uso del jabón en Europa entró en decadencia. Sin embargo, el mundo musulmán continuó investigando en el terreno y fueron los primeros en introducir la cal a las cenizas de la lejía, de hecho, la palabra álcali deriva del árabe “al-qali”, cuyo significado es ceniza.
A partir de los siglos VIII – IX en toda la cuenca del Mediterráneo, y más centrado en las regiones de Marsella, Génova, Sabona y Venecia comenzó a florecer la industria jabonera.
Hay quien asegura que los cruzados introdujeron en el siglo XI el jabón en Europa Central desde la ciudad de Alepo en Siria. Los fenicios tuvieron tratos comerciales con Europa antes de los tiempos romanos, así que seguramente este tipo de jabón habría llegado mucho antes a las ciudades costeras como Nápoles, Marsella, Cartagena o Cádiz. Lo cierto es que en la Baja Edad Media no se utilizó mucho el jabón, y debido a la falta de higiene se originaron grandes epidemias que diezmaron a la población, como la peste negra del siglo XIV.
Durante el siglo XV los jabones elaborados a partir del aceite de oliva entraron en auge, extendiéndose por toda Europa y convirtiéndose en los mejores para el cuidado corporal. Estos jabones fueron los precursores de los jabones actuales.


ALMONAS  ARABES
La primera gran jabonería europea la construyeron los árabes a finales del siglo X en Al Andalus, en Sevilla. En el valle del Guadalquivir, donde había grandes olivares y marismas, y  se obtenían las materias primas necesarias para fabricar un jabón que cuatro siglos más tarde se conocería como jabón de Castilla. Aún así en Andalucía se siguió llamando por el nombre árabe, almona, a las fábricas de jabón.




El monopolio del jabón de Sevilla, ostentado por los marqueses de Tarifa en el siglo XVI, fue ampliado hasta América después de la conquista. En este mismo siglo ya se exportaba este sapo hispaniensis o sapo castilliensis al Reino Unido a través de Amberes. El jabón de Castilla, al provenir de aceites vegetales en vez de grasas animales, podía utilizarse en la higiene personal. Fue así que los europeos se volvieron más limpios y empezaron a desaparecer las grandes pandemias.

Las famosas fábricas de jabón de Marsella se establecieron en el siglo XIV. Este jabón tradicionalmente se fabricaba con aceite de oliva, agua del Mediterráneo y sosa cáustica proveniente de cenizas del laurel. Como el de jabón de Alepo, que también se sigue fabricando hoy en día.

QUIMICA  DEL  JABON.
En 1791 el químico Nicolas Leblanc inventa un procedimiento para obtener carbonato de sodio a partir de la sal marina, lo que simplificaba y abarataba el proceso de obtención de la sosa. En 1823, Eugène Chevreul demuestra que las grasas están formados por una combinación de glicerol y ácidos grasos (oleico, margárico y esteárico) y explica así químicamente la reacción de la saponificación descubierta por los sumerios:
En presencia de la sosa cáustica, los cuerpos grasos se dividen en sus componentes. El carbonato de sodio, al reaccionar con los ácidos grasos da lugar a los estearatos, margaratos y oleatos, es decir, al jabón. Así de la grasa y de la sosa se obtienen jabón y glicerol.
En el siglo XIX, los aceites de copra (pulpa seca del coco) y aceites de palma que venían de las colonias, se empezaron a emplear en la fabricación de los jabones.
Al tratarse de un proceso ancestral y por tanto nada industrializado, la saponificación se produce por la unión de ácidos y grasas, dando lugar a un jabón que contiene glicerina natural, que es el mejor agente hidratante para la piel.
Evidentemente los jabones industriales carecen de esta glicerina.
Con las grandes guerras en el siglo XX escasean las grasas tanto animales como vegetales y se elaboran otros productos sustitutivos del jabón. Los conocemos generalmente como detergentes.
 Desde entonces, fundamentalmente por su rentabilidad, se han ido combinando jabones con detergentes incluso hasta su sustitución total.
 Desde los años 30 del siglo XX, el jabón tradicional tuvo que competir con los tensioactivos sintéticos que se utilizan hoy en día en la fabricación de dichos  detergentes, productos de limpieza, jabones y champús, que además son altamente contaminantes y perjudiciales para la piel.

Las ventajas que aporta el jabón natural son fundamentalmente un tratamiento más suave para la piel y su biodegradabilidad.
Pudiendo elegir las materias primas y  aditivos como los aromas, siendo las esencias naturales la mejor fuente aromática, ya que además tienen propiedades terapéuticas.

HAY SOSA EN TU JABON…?

A menudo nos preguntan a los jaboneros y jaboneras si usamos sosa en nuestros jabones. El hecho es que la lejía se utiliza verdaderamente para hacer jabón. Mientras que en la mente de muchos el " jabón de lejía" trae imágenes de abuelas y tablas de lavar , cualquiera que haya usado jabón hecho a mano sabe que es muy suave y humectante. Suena como una contradicción, verdad? Bueno, la verdad es que la lejía estaba allí, pero ahora ha desaparecido. Es magia?  Alquimia …Más o menos. ¡Es química!
Por qué la lejía ?
El jabón por definición, es el resultado de una reacción química entre algún tipo de aceite o manteca y la lejía.(Sosa).
La lejía es una solución hecha bien con Hidróxido de Sodio para hacer jabón en barra, o Hidróxido de Potasio para hacer jabón liquido. La reacción se denomina saponificación. Eso es todo..!!!
Hermoso en su simplicidad. No..??
La lejía se añade a los aceites y mantecas  por el artesano jabonero, y elabora el jabón por proceso en frío, o podría haber sido añadido en una planta de fabricación. De hecho, algunos fabricantes de jabón utilizan una base de jabón que se puede derretir (glicerina) y luego dan color y aroma. En ese caso, el fabricante de jabón no tiene que manejar la lejía.
Pero si no hay lejía…no hay jabón…!! Es así de simple.


Dónde está la lejía..?

Pero usted podría decir… "el jabón que compro en la tienda no tiene lejía."
 Puede parecer de esa manera, dependiendo de cómo esté etiquetado el jabón. Algunas ingredientes aparecen en la etiqueta como : "sodium palmate". Este es el nombre químico para el resultado de la mezcla de aceite de palma y el hidróxido de sodio - aceite y lejía de nuevo!.
O tal vez aparece listado en las etiquetas de la siguiente manera "saponified olive oil". Ahora que sabes lo que significa saponificación, se puede entender que los aceites saponificables son los aceites que se han reaccionado con lejía en algún momento, incluso si la etiqueta no dice "hidróxido de sodio".
Otra razón muy común para que una etiqueta de jabón no contenga hidróxido de sodio es porque no es jabón.
 Hay muchas pastillas de jabón en el mercado hoy en día que son detergentes sólidos. Lea las etiquetas cuidadosamente y verá que se llaman "barras de cuerpo" o "barras de belleza", ya que no puede llamarse "jabón", porque no se hacen con aceite y la lejía.






Cómo puede el jabón de sosa sentar bien a la piel?

Si la lejía se utiliza para hacer jabón, por qué es el jabón hecho a mano tan suave? El truco es que la lejía se transforma durante la saponificación. Eso es. La reacción química  transforma el aceite y lejía en jabón y glicerina natural. El jabón limpia la piel, y la glicerina es un humectante. Eso significa que atrae la humedad del aire  sobre la piel, ayudando a mantenerla  hidratada y flexible.
 Y a diferencia del jabón de las abuelas, los jabones artesanales que hoy en día se elaboran se hacen con fórmulas  y  recetas propias de cada maestro jabonero, usando aceites de alta calidad,  mantecas y  todo un  listado de  productos  y aditivos 100 % naturales , hidratantes  y  altamente beneficiosos para nuestra piel.
Así que no tengas miedo..!!
 Use jabón hecho a mano y disfrute de todos los beneficios que aportan a nuestra piel duramente castigada por los productos químicos usados en la industria.
 Porque la magia de la química ha convertido estos aceites y esta lejía en algo totalmente diferente y hermoso.




Por qué son mejores los jabones artesanos..?
Durante los últimos 10 ó 20 años el número de personas con alergias, psoriasis, vitilico, eccemas y asma ha aumento significativamente. Si tienes más de treinta años, acuérdate de tu niñez. Probablemente ahora conoces a muchas más personas, amigos y miembros de tu familia que sufren ese tipo de afecciones en la piel que cuando eras más joven.
 Este aumento drástico sorprende poco si consideramos el incremento de componentes químicos en los productos que utilizamos a diario.
Los productos comerciales suelen contener una gran variedad de ingredientes sintéticos, detergentes, espesantes como el “lauril sulfato de sodio”, conservantes artificiales y demás aditivos químicos,  que  causan irritación, sensibilidad y erupciones cutáneas . Estos productos también pueden resecar la piel y el cabello y hacer que éstos envejezcan prematuramente. Ingredientes a base de petróleo, conservantes de origen químico, disolventes y alcoholes pueden ser perjudiciales para nuestra piel y órganos, especialmente con su uso frecuente.
 En el caso del jabón  industrial, no es jabón en sí.
Me explico: El jabón artesano y natural contiene glicerina, que se crea en el proceso de saponificación. La glicerina retiene la humedad de la piel, es como si al lavarnos con uno de estos jabones, a la vez estuviéramos utilizando una crema hidratante. En el proceso de fabricación industrial la glicerina es retirada, como la nata en la leche, y se utiliza en la fabricación de otros productos. De ahí que estos jabones resequen tanto nuestra piel.


Los jabones naturales suelen fabricarse con un pequeño exceso de grasa, de manera que una parte de la misma se trasforma en jabón, pero otra parte queda sin saponificar en forma de aceite suplementario beneficioso, que contribuye a hidratar aún más la piel. Esta fase se llama “sobre engrasado” y es en la que se añaden los aceites y mantecas que tienen las propiedades específicas para cada tipo de jabón. Se suelen añadir también los aceites esenciales y demás aditivos naturales para que queden libres en el jabón, y así poder aprovechar mucho mejor todas sus propiedades.
Además todos nuestros jabones llevan un aporte extra de Vitamina E, ya que es un poderoso antioxidante para la piel, y  un conservante natural para evitar que el jabón se enrancie.
El jabón natural requiere de arte y paciencia. Son producciones sostenibles para un desarrollo sostenible, porque tanto en su proceso como en su secado (al contrario que en los jabones industriales) no se utiliza ninguna fuente de calor, ni despilfarro de energía.
Cada jabonero utiliza sus propias fórmulas, detrás de las cuales hay muchas horas de investigación y ensayos hasta dar con la más adecuada. Cada pastilla de jabón se convierte en una obra de arte especial y única.






Los productos realizados con componentes naturales  son más seguros,  suaves,  saludables y siempre más agradables de utilizar que los productos de fabricación comercial. Por eso, si utilizamos más productos naturales podemos mejorar nuestro bienestar general.
Los artesanos jaboneros normalmente conocemos bien los ingredientes que utilizamos y además, nos apasiona trabajar con productos naturales y ecológicos, que son más saludables para nuestra piel y más seguros para el medio ambiente.


¿Todavía te preguntas por qué son mejores los jabones artesanos?

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